A la memoria de Moustapha Safouan

Ante la noticia del reciente fallecimiento de M. Safuan, psicoanalista, alumno de Lacan y maestro a su vez de varias generaciones de psicoanalistas, Entre-dichos quiere hacer un acto de memoria con la publicación de la entrevista que Diván el Terrible le hizo a finales de los 90.

Algunos de nosotros fuimos partícipes de su presencia y enseñanza en diversos encuentros psicoanalíticos  como las II Jornadas Freudianas de Madrid. ¿Hacia una clínica de la metáfora paterna? (Noviembre. 1988) o la Jornada sobre La Transferencia organizada por Trazo Psicoanalítico (Madrid, 1994)

Como muestra de nuestro pesar y agradecimiento, insertamos un recorte de dicha entrevista gentilmente cedida por Diván el Terrible.

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Texto cedido gentilmente por la “revista digital Diván el Terrible”

Moustafa Safouan

M. Safouan nació en Alejandría. Letrado, filósofo, descubre la obra freudiana en 1940, en Egipto. Es a principios de los años cincuenta cuando conoce a Lacan y su enseñanza: “Hablaba del padre real, símbólico e imaginario. Esta orientación hacia la noción del padre no natural marca el principio de mi transferencia a Lacan”. Retorna a Egipto en 1953 y emprende la traducción de La interpretación de los sueños.

Hemos elegido a Moustapha Safouan para esta entrevista porque, además de ser un discípulo de Lacan y un fiel continuador de su enseñanza, para los psicoanalistas de habla española su nombre tiene una especial significación. Sus libros traducidos al español han representado una transmisión del psicoanálisis a la vez profunda y accesible. Su nombre se identifica con el tema de los sueños a partir de su libro El inconsciente y su escriba, donde realiza una valiosa aportación al tema.

D: En los años 50 emprende usted la traducción al árabe de La Interpretación de los sueños. ¿Por qué eligió ese texto?

S: Yo ya había había trabajado como psicoanalista cinco años y empecé esa traducción porque me fuí a Egipto y me encontré bloqueado allí durante cinco años. Tuve mis dudas sobre si traducir El discurso de Roma de Lacan o La interpretación de los sueños. De Lacan se dijo que era riguroso y político, en realidad su objetivo era la formación de los psicoanalistas más que el interés por comunicar. Eso hacía que quisiera conceptualizar con un estilo en línea directa con el inconsciente, lo que añadía una dificultad suplementaria a la hora de traducir en relación al texto de Freud. Por ejemplo, utilizaba la sintaxis de la lengua francesa, sumamente complicada, que tiene recursos que no se asimilan fácilmente, y cantidad de alusiones que se permitía dejar oscuras. En cambio Freud, iba a decir, era un señor franco y sencillo, había hecho un descubrimiento y lo quería comunicar y lo hacía con un lenguaje tan claro como el de Descartes. Se puede decir que por ser tan claro no se comprende, pero resulta accesible. La dificultad está en lo que viene del Inconsciente: el chiste, el sueño mismo, a veces el síntoma, que están fundados en lo que se puede llamar doble sentido, juegos de palabras, etc., es decir, en técnicas puramente verbales; eso es lo intraducible.

D: La traducción, ese paso de una lengua a otra, ¿qué le aportó como experiencia?

S: En el paso de una lengua a otra el problema es que no hay nunca dos palabras perfectamente sinónimas, porque tienen muy distintos empleos, y esos empleos, por ejemplo en mi lengua el árabe, adquieren un matiz de significación suplementaria que es intraducible.

Por eso al traducir palabra por palabra estamos seguros de traicionar: la cuestión es que a veces la fidelidad a la letra destruye el espíritu. Aparte de la fidelidad a la significación, es importante encontrar una especie de equilibrio general del autor, por eso no se trata de traducir frase por frase. Si no sería como el caso de un maestro de orquesta que dirige bien la parte del violín, la parte de flauta… pero olvida el equilibrio general. Una vez que se procede del interior de la obra, de alguna manera, se logra dar representaciones válidas, sobre todo si se logra casi igualar la altura literaria de alguien como Freud. Tomemos por ejemplo el párrafo donde cuenta la historia de Edipo, no se olvida jamás, lo retoma con tales frases, entra en las profundidades pero tomando un camino de rosas… (ríe). Hace falta captar ese tono al traducir.

Hay algo que se engancha a la sonoridad como tal, por eso una traducción para ser bella se tiene que enganchar al oído y a nivel de esa sonoridad uno se siente como mecido, volvemos al momento de nacer… (risas); es ahí donde el plano sonoro de la lengua puede funcionar como nivel umbilical.

En cuanto a la diferencia entre una lengua y otra, no hay lengua hablada por seres humanos en la que no se encuentren exactamente las mismas figuras de la repetición, la exclamación, la interrogación, etc. Ese juego está presente en todas las lenguas. Esto quiere decir que en el fondo la retórica no es un arte decorativo, es la pulsación de la vida en la lengua. Cuando Lacan habla de lengua está sencillamente hablando de retórica.

Cualquiera que sean las diferencias entre las lenguas, las bases en que se asienta el sujeto están abiertas en todas ellas.

En cuanto a los conceptos, como no se trata de una obra filosófica, hay ciertos conceptos modernos díficiles, como “identificación”, esa fue una palabra en la que dudé entre dos o tres opciones; la palabra “sujeto” plantea muchos problemas porque, en árabe, el sujeto de la frase, gramaticalmente hablando (Pedro llama a la puerta), se llama el objeto de la frase.

D: Parece que Freud en 1880, antes de inventar el psicoanálisis hizo varias traducciones, entre otras de obras de Charcot ¿Qué significó para Ud. como psicoanalista traducir a Freud?

Yo ya me había interesado por el psicoanálisis pero no estaba decidido a quedarme en la profesión, y ocurrió cuando Lacan recordó una evidencia que todo el mundo debería saber por sí mismo: que “el psicoanálisis es una experiencia de discurso”. Yo no me di cuenta que me había decidido en ese momento, me di cuenta tiempo después a partir de la lectura de Descartes.

El psicoanalista es aquel que ha rechazado toda autoridad menos la del significante, lo que no quiere decir el significante de tál o cuál señor, sino los significantes tal como entran en juego en el humor, tal como conocemos y encontramos su modelo en el chiste. Era ese efecto de la autoridad del significante lo que yo no conocía y lo que entonces me decidió. Para volver al tema de La interpretación de los sueños, ese libro ejerció en mí una fascinación definitiva, es ahí dónde realmente se capta que estamos inmersos en el discurso.

D: En el prólogo de la segunda edición, Freud dice que todo ese trabajo es una reacción a la muerte de su padre. ¿Hay algo de ese orden, un móvil inconsciente en la iniciativa de su traducción? ¿O podría tener que ver con el bilingüismo, por ejemplo?

S: El deseo de traducir no creo que tenga que ver con el bilingüismo. Creo que en mi caso era más un deseo de emular a mi padre. El era un gran literato, estaba todavía vivo, sabía que a él le iba a gustar, incluso en algún momento reconoció su valor literario…Y si quería vivir cinco años en mi país y los quería pasar en paz y de manera agradable con mi padre, tenía que ser así… (risas).

D: En su libro El Inconsciente y su escriba Ud. plantea el sueño como escritura. ¿Nos puede comentar algo más sobre esto?

S: Su particularidad tiene que ver con los métodos que utiliza, por ejemplo, los juegos de palabras, la puesta en escena, la importancia de las figuras… Todo esto es propio del sueño, sobre todo el hecho de que el sueño gire como alrededor de un centro, lo que Freud llamó la “transposición” del sueño y que se traduce tontamente por la “deformación” del sueño.

D: ¿Cuál sería la diferencia entre la interpretación de los sueños en psicoanálisis y otras formas de interpretación?

S: ¡Ah! sí. El sujeto cuenta el sueño como el que cuenta el discurso de Otro, porque el sueño es un discurso del Otro, tiene una particularidad. Sabemos que las cosas pueden funcionar como símbolos. En los rituales, por ejemplo, el vino, el pan, la sangre, etc., son cosas que tienen significaciones simbólicas, son significaciones colectivas, que todo el mundo comparte. Al nivel de los sueños, encontramos significaciones simbólicas y el sujeto las padece, ignorando a la vez totalmente su valor: es lo que llamamos en psicoanálisis la “división del sujeto”. En lo que se refiere al sueño, lo que está en juego son significantes o símbolos personales que no tienen esa significación colectiva. Por ello no se dirige a un lector o a todos los lectores, sino que se dirige al buen entendedor.

Por eso en psicoanálisis, para descifrar el texto del sueño pedimos asociaciones, esa es la diferencia con otras formas de interpretación. Ahora bien, una vez que tenemos las asociaciones, tenemos un texto total y el trabajo es entonces exactamente el mismo que el de la forma de interpretar de una manera moderna cualquier otro texto, es decir, una traducción que no diga “esto es símbolo de aquello”, etc. La diferencia entre el sueño
y un texto de otro orden es que, dado que estamos en el nivel máximo de particularidad que exista y que los símbolos son propios de ese sujeto, nos vemos obligados a contar con sus asociaciones.

D: El sueño se presenta como un enigma a ser descifrado, relatado, en busca de una significación. ¿Por qué?

S: Forma parte del tema general del retorno de lo reprimido. Como dice Lacan: el retorno de lo reprimido es lo reprimido mismo. El sueño vendría a ser como una frase incompleta –está una mitad de la frase y otra mitad, no– pero la inteligibilidad de la primera mitad junto con las asociaciones del soñador nos permiten completar el resto de la frase. Se puede decir que esa parte borrada, lo que no aparece y deja una marca, es justamente la parte requerida para dar una inteligibilidad, es ya un retorno de lo reprimido.

D: Pero la posibilidad de significación no es infinita…

S: Para lo que nos sirve un psicoanálisis, lo que uno adquiere al analizarse no es el saber sino tocar a la realidad del inconsciente que a la vez se nos escapa.

D: ¿Qué decir de los sueños que se repiten a lo largo de una vida?

S: Se pueden dar de formas diversas. Freud en Más allá del principio del placer partió de la observación en torno a la repetición, entre otras, la de los sueños traumáticos.

En general, cuando un sueño se repite, forma parte del fenómeno que Lacan llamó “la insistencia del significante”. Insiste hasta que encuentra un buen entendedor, alguien que escucha, o hasta que las circunstancias hacen que este sueño se resuelva por sí mismo.

Por ejemplo, un niño cuyo padre dormía siempre fuera de casa, que estaba solo con su madre en una habitación que comunicaba con la de ella. El niño soñaba todas las noches con un perro, una caricatura de perro, un perro que no era real, como un dibujo y que se paseaba delante de la puerta. Ahí aparece de forma evidente la función del falo como guardián de los lugares santos y profanos. El día que el padre digamos “se volvió bueno” y dormía en casa, el niño no volvió más a tener este sueño.

D: Ud. ha dicho que “no es la vida más fuerte que la muerte, es el deseo el que es más fuerte que la muerte”. Esto se relaciona con una pregunta que queríamos hacerle sobre la cuestión de los ideales. Freud decía que el sueño era el guardián del dormir, ¿serían los ideales los guardianes de la vida? ¿Son los ideales sueños que inventa el hombre para poder soportar la vida?

S: Hay ideales e ideales. Por ejemplo el ideal de parecerse a…, de ser el más fuerte, etc., esto es totalmente distinto a un ideal revolucionario, agitador, por ejemplo. Se puede morir por una revolución abocada al fracaso, como el Che Guevara, pero eso es un ideal que implica una referencia a la verdad, incluso cuando uno se engaña. En los otros casos la referencia es narcisista: un héroe, un jefe… Por eso digo que hay ideales e ideales.

En cuanto a nuestros tiempos, lo que los caracteriza es que el dinero ha tomado un lugar tan enorme en la sociedad que da una racionalidad. Por ejemplo, tiene Ud. un negocio; la cuestión se plantea así: ¿cuánto se gana? el dinero da la pauta. Esto hace que cuando sólo se tiene el dinero como finalidad estamos nadando en la racionalidad. Por ejemplo, ¿qué se va a hacer con ese dinero? es una pregunta que uno no se hace. En nuestra época el dinero es la potencia que cautiva todo lo que se llama la dimensión ideal en el psiquismo. Es, una vez más, la riqueza pero en el sentido del dinero.

¿Qué repercusiones puede eso tener? No lo sé, pero constato que vamos cada vez más hacia ese ideal.

Moustafá Safouan es autor de los libros siguientes:

  • El estructuralismo en psicoanálisis, 1968.
  • Estudios sobre Edipo, 1974.
  • La sexualidad femenina, 1976.
  • El fracaso del principio del placer, 1979.
  • El inconsciente y su escriba, 1982.
  • Jacques Lacan y la cuestión de la formación de los analistas, 1983.
  • La transferncia y el deseo del analista, 1983.
  • La palabra o la muerte, 1993.

Jeanne Bernard, Cristina Fontana y Graciela Strada

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