“Viejo es el viento… pero sigue soplando”

                            

Graciela Strada

Nombrar al exilio, el acto de la palabra, es un acto de resistencia al desamparo.

El paso del tiempo  permite que los dichos vayan tejiendo una red de evocaciones y de ficciones para hacer posible un decir, que algo pueda transmitirse  en entre-dichos 46 años después de los acontecimientos que forzaron la salida al exilio.

“…pensaba que todo puede decirse y que hace muy bien decir, poner palabras,  ahora comienzo a sentir que hay cosas que no podré comunicar… Se va armando una reserva, una intimidad intransmisible…”

 En el exilio, como en la lengua, hay un real que  resiste a la formalización, un  resto intransmisible.  En algún momento puede surgir una necesidad de decir, de nombrar, de encontrar palabras. En los bordes de lo imposible de ser dicho, en los intentos  de rodear ese agujero y construirle un brocal van surgiendo significantes: costura, hilvanes, nudos, desgarrón, brecha, banda  y  algunos nombres, neologismos: EX……extranjero, exiliado, expatriado,  despaisado, desterrado, transterrado, aterrado.

 Nombres y neologismos

Leí un debate  muy interesante que surgió en el año 1949 entre dos filósofos españoles  exiliados en México que se condensó alrededor del término DESTIERRO  utilizado  por Adolfo  Sánchez  Vázquez, quien  usó también como sinónimo de desterrado, el término ATERRADO y José Gaos quien creó  el neologismo TRANSTIERRO. No es solo una cuestión lingüística, sus diferentes vocablos reflejan   dos formas de vivir el exilio, de procesar las pérdidas. Para Sánchez Vázquez  el  destierro  no  es  un  simple  trasplante  de  una  tierra  a  otra,  es  no  sólo  la  pérdida  de  la tierra  propia sino  la  pérdida  de  la  tierra  como raíz o centro.  “El  exilio  es  un  desgarrón  que  no  acaba  de  desgarrarse, una  herida  que  no cicatriza,  una  puerta  que  parece  abrirse y que nunca se abre”. “Siempre en vilo, sin tocar tierra”. “El desterrado, al perder su tierra, se queda “aterrado(este término que en general remite  a terror, miedo, aquí es utilizado  como sin tierra, pero otra de sus acepciones posibles es  ser cubierto de tierra o sea enterrado).José Gaos   acuñó el neologismo transterrado, significando que el exilio en  México implicaba, no una pérdida de la tierra sino un cambio, un echar  nuevas raíces  en una  nueva  tierra que podía  concebirse  como propia. Para Sánchez Vázquez el exilio es a  pura pérdida, entre la nostalgia, las comparaciones y el futuro que se dilata no se vive el presente. Y Gaos, que logró recuperar su quehacer y obtuvo mucho éxito, hace un llamado a aprovechar las nuevas oportunidades.

 El punto de partida es común, es una elección forzada que comporta muchas contradicciones,  además, para los exiliados políticos: la adaptación, la integración a otra tierra ¿es una traición, una claudicación? ¿Y la culpa por los que desaparecieron o murieron o no pudieron salir? En alguna medida, el que sobrevive siente que tiene que explicar por qué y cómo sobrevivió.

El lenguaje, el primer exilio

….esa brecha, esa consciencia de no estar toda ni decir todo en un lugar es para mí la marca del exilio. A la nostalgia de la pérdida de las raíces, de la historia, de los afectos, se añade este anhelo de recuperación de una unidad o armonía con uno mismo que… “quizás” nunca existió, pero que se anhela restablecer….

El lenguaje produce una división que  hace que en todo acto de palabra haya una distancia, una escisión, separando al sujeto de una parte de sí, provocando su exilio. La adquisición de la significación de las frases en la lengua articulada va reduciendo los primeros goces de la lengua materna y entre el grito, con su eco sonoro, y las significaciones que van atando las palabras, brota el inconsciente. El lenguaje exilió al hombre,  condenándolo a una existencia  atravesada por una imposibilidad radical, en lugar de una inscripción posible del sexo en el inconsciente, se encuentra un agujero, una ausencia, un punto de no-simbolización. A dicho agujero el ser humano lo cerca, lo contornea por medio de palabras y de fantasías y en el objeto que coloca como sostén de ellas soporta su ser como ser de deseo. Ese objeto resto es el residuo de toda simbolización, el residuo irreductible de la operación simbólica de advenimiento del sujeto. 

Cuando Freud habla del “complejo del prójimo”, el Nebenmensch, menciona que éste deja un resto no asimilable que es interior y exterior, ajeno y próximo, extranjero. Esa Cosa  que está ahí desde el comienzo y que se confunde con el cuerpo materno es la madre, el Otro prehistórico. Una realidad muda estará allí  esperando a cada sujeto como anhelo en el horizonte de todo lo que demandará posteriormente.  En el intento de reconquistar esa unión perdida se fundará su capacidad de desear y en la repetición de esa tendencia a volver a encontrar hallará su anclaje como sujeto psíquico De modo insistente y de múltiples maneras buscamos restituir una totalidad, reproducir ese instante perdido y en cada repetición fallida   encontraremos siempre la diferencia de esa vez primera que quedó por esencia perdida.

De diferentes maneras,  ya sea bajo la forma del origen, de la lengua o del exilio, se hace patente una “partición”.

El exilio y la lengua

….La entonación en mi  ciudad de origen es muy reconocible y marcada. Cuando volví a ella por primera vez de visita,  y escuché como un ruido de fondo a todos hablando en la misma sintonía  ello me produjo un efecto  de shock muy fuerte: mi  familiar lengua materna se volvió extraña y chocante, siniestra…

El exilio  muestra la complejidad de la relación del sujeto con su lengua de origen. Como expresa uno de los personajes de La Ignorancia, el libro del escritor checo Milan Kundera, cuando regresas a tu país después de muchos años afuera “escuchas un idioma desconocido del que entiendes cada palabra.”

Kundera interpretó su exilio en Francia como un “acto de libertad y describe de manera aguda la paradoja de la pertenencia a sus orígenes.Afirma: “Si la vida humana durara doscientos años, sin duda hubiese elegido compartir mi vida entre estos dos países… Si escribo hoy en francés, esto no quiere decir que el francés haya reemplazado mi lengua materna. Ella es irremplazable, surgiendo de mi boca antes de empezar a pensar. En francés, cada frase es una búsqueda, una conquista, todo es consciente, nada va de suyo, cada palabra es pensada mil veces, todo es aventura, todo es apuesta”.

En su caso, el hecho de ser extranjero y de hablar otra lengua, fue la condición para que el deseo emerja, es más, la pérdida de la lengua devino la condición que puso en marcha su deseo. Quiere decir que el desconocimiento, si bien puede producir angustia, es también uno de los caminos que puede activar el deseo.
Más allá de una generalización sobre el exilio está la singularidad, determinada por la historia de cada exiliado,  que lo inclinará a buscar cosas nuevas y coser, hilvanar nuevas costuras o  a quedarse anudado en un pasado que le era prometedor. El hilván cose, anuda o desanuda lo que se constituyó como propio, eso que va con uno a todas partes. ¿Qué es lo propio?

España, Madre Patria. Patria de mi madre. “Me resultaba imposible comprender cómo mi madre podía vivir e incluso  llegar a morir sin tener una imagen del lugar donde nació, una imagen de la casa natal que todos llevamos adentro,  quizás yo atribuía su melancolía a su condición de inmigrante. No solo que elegí España como lugar de exilio  sino que desplegué  una tarea detectivesca hasta encontrar ese lugar… Algo me impactó profundamente cuando mi madre recorriendo su ciudad natal, Gandía  y  frente a una total ausencia de recuerdos (tenía 3 años cuando se marchó) reconoció algo y  de repente dijo: ese olor…ese olor…. era el olor a azahar….tan típico de su tierra valenciana.

Tramitó su documento argentino cuando ya tenía casi 60 años y yo crecí muchos años con la convicción de que era italiana pues mi padre le trasladó y ella adoptó todos los hábitos y palabras en italiano, pero… tenía un sello distintivo en algunas comidas donde reinaba  el sabor español.

Olor…..sabor…. ¿eran sus marcas de lo propio?

“Lo más propio” viene de afuera, la lengua, la imagen y “lo más ajeno” puede ser genuinamente “lo más propio”. Como lo desarrolla Freud en Lo Siniestro.

Exiliado

El significante “exiliado” puede  funcionar como  una posibilidad de nombrarse que origine   una nueva significación o petrificar al sujeto en una identificación  y radicalizar su extranjeridad. Pero como  no todo se juega entre los significantes, el objeto a, como resto de la separación del campo del Otro, ese signo de lo real que no se rinde al campo del significante,  es el pasaporte de una singularidad. En la constitución del sujeto, la operación de la separación, se-pararse-parir no es sin una condición: que lo simbólico no llene de sentido al sentido. El exilio puede funcionar como un lugar privilegiado para la emergencia del sujeto, hacer del exilio un nombre puede permitir,  desde una  posición singular frente a lo real, anudar el acontecimiento, decirlo, hacerse a él o con él.

El título del libro “La Ignorancia” (2000) de Kundera hace referencia a aquel punto desconocido por el sujeto que emerge en situaciones excepcionales. Ciertas situaciones permitirían  al sujeto crear, recrear en una apertura  hacia la vía del deseo, incluso llevando la marca dolorosa de la pérdida. Vemos de qué manera los personajes  de Kundera se construyen como expatriados y en un “fuera de lugar”. Su vida y su obra inducen la hipótesis de que el sujeto emerge en un entre-dos: entre dos países, entre dos lenguas, entre dos tiempos, pasado y presente. Recuerda el neologismo “transterrado” acuñado por José Gaos.

Exilio y duelo

Lo real, como acontecimiento, hace astillas la posibilidad del dicho, nombrar es hacer nudo para que el decir de lo vivido se transmita. El trabajo  del duelo, posibilita hacer borde al agujero, el litoral del duelo teje alrededor del agujero traumático historias que transmiten la pérdida de otro modo, que la hacen perderse en la escena de la vida. La pérdida perdida sería un nombre que permite que la falta se torne una significación nueva. Pero siempre habrá un resto, en un duelo no todo se puede integrar, el duelo, como el sueño, tiene su ombligo.

Como lo plantea Lacan en el Seminario La angustia, en el duelo se trata de consumar por segunda vez la pérdida originaria del objeto. Esta elaboración subjetiva que conmueve los cimientos de todo ser humano, lo remite a aquella pérdida originaria que, en el acto de nacimiento y separación de su madre, lo marcó como ser mortal. Integrar la laguna de una ausencia, pone a prueba la posibilidad de cada uno de conjugar lo real con un mundo imaginario a fin de dar cuerpo a pensamientos, fantasías, de construir puentes sobre el abismo por medio de su capacidad de simbolizar. También se puede hacer de una ausencia una presencia permanente, aferrándose a cada recuerdo para mantener la existencia de lo perdido, evitando caer en la tentación de dejarse poseer por el deseo de algo nuevo que permita recobrar el movimiento de la vida.

El goce de la memoria

…. comienza a imponerse lo que define quizás más fielmente al exilio, “la vida se partió por la mitad”, los cercanos y los lejanos no se pueden juntar pero ambos se vuelven indispensables e insustituibles….

Más allá de acompañar o a veces presidir la situación de destierro, desde que fuimos exiliados del claustro materno y arrojados al mundo del lenguaje que nos separa para siempre de La Cosa, la nostalgia toca el núcleo de la constitución psíquica. El anhelo de recuperación del objeto perdido toma en el exilio la figura de la patria, de la tierra, de las raíces, del origen y se encarna en objetos, personas, paisajes, costumbres que acuñaron lo “propio”.  La nostalgia es una manera de gozar de la memoria de lo perdido, en realidad, la pérdida instituye la nostalgia provocada por un traumatismo que quiebra, que parte la historia de un sujeto en un antes que puede empezar a fantasearse como el paraíso perdido y un futuro de añoranza.

El sustituto de la melancolía como forma extrema de la nostalgia, es el anhelo de hacer aparecer en el futuro objetos derivados de aquel originario al que se debió renunciar. El necesario trabajo del duelo abre la posibilidad de recrear el objeto perdido, apoderándose de su savia y llevándolo hacia delante por los caminos marcados de la pulsión. Sería algo así como asumir la muerte para explotar la vida. De este modo, la sublimación, producto de la nostalgia, conduciría a la gestación de algo nuevo, a una invención, aunque nunca podrá sustituir a lo que nunca hubo.

El regreso….

…….Cuando algo suscita un antiguo recuerdo, contemplo un paisaje, recupero el entusiasmo en una discusión política, abrazo a una antigua amiga, degusto un sabor conocido, disfruto de una reunión familiar, entonces siento que necesitaba un hilván que una mi historia fragmentada. Ese hilván cose lo propio y lo ajeno, lo cercano y lo lejano, es más, pareciera que uno crea al otro y que no son tan opuestos como pareciera….

Para Irena, la protagonista de La Ignorancia, la experiencia del retorno despierta sensaciones contradictorias y un sentimiento de “lo ominoso” en relación a sus orígenes. Su “Gran Regreso” se revela curioso: “en las calles, rodeada por los checos, el aire de una antigua familiaridad la acariciaba, y por un instante, la hací­a feliz. Más tarde, se sentía una extraña que quedaba en silencio.” En un debate interno entre el pasado y el presente, entre la tierra natal y la tierra del exilio, el retorno hace más definitiva la ruptura que hace de los exiliados seres separados, expatriados, construidos en ese « fuera de lugar ».

María Zambrano, filósofa española que vivió muchos años de exilio, afirmó desde su enfoque ontológico que una parte de lo que significa ser, es que ese ser vive un exilio vital permanente. Ella toma la esencia del hombre como ser en constante salida. Interpreta a la patria, ya no como lugar de nacimiento, sino como el mar que recoge el río de la muchedumbre. El exiliado es él mismo ya a su paso, y el exilio un decursar, un ir hacia delante,

El retorno, cosiendo lo propio y lo ajeno, lo cercano y lo lejano, lo de afuera y lo de adentro instala una continuidad y hace patente que la condición de extranjeridad, de exiliado ya forma parte de tu existencia, de la existencia humana. Así como  no existe el autoexilio tampoco hay un desexilio, quizás también sea impropio hablar de un segundo exilio…  No hay retorno en el sentido de reencuentro, recuperación, sino presentificacion de una pérdida que remite a un exilio originario, aquel que nos deja fuera de esa unión muda y gozosa donde todo se decía sin palabras.

El filósofo francés Jean-Luc Nancy en su texto La existencia exiliada dice que el hombre no puede responder a su propia pregunta -o a la pregunta de lo propio-, el hombre es, en suma, exiliado, fuera de sí mismo. Lo que cuenta en esta concepción de la existencia es el primer momento, es decir, el momento de la salida y del fuera. La existencia ya sólo es ese ex, el prefijo ex determina no solo el exilio sino al mismo vocablo existencia.

             Hablamos entonces de un exilio constitutivo de la existencia, aquello que la define es el mismo concepto de un exilio fundamental: un «estar fuera de», un «haber salido de.».

 La cuestión del exilio es, pues, la cuestión de esa partida es un movimiento de salida de lo propio: es fuera del lugar propio, del ser propio, de la propiedad en todos los sentidos y, por lo tanto, fuera del lugar propio como lugar natal, lugar nacional, lugar familiar, lugar de la presencia de lo propio en general.

Se pregunta Nancy: ¿Se puede hablar de una dialéctica del exilio? Él sostiene una negatividad pura y simple, la dureza y la desgracia del exilio no conducen a nada, no se reconvierten en nada, es una deportación sin retorno. Su concepción de la existencia como exilio no  significa un movimiento fuera de algo propio a lo que se regresaría o bien, al contrario, a lo que sería imposible regresar. Así pues, es el ex, ese mismo ex del exilio y la existencia lo que haría lo propio, una propiedad en tanto que ex.

El retorno resignifica cómo se transitó el duelo, con un nuevo nombre de EX, extranjero, exexiliado, y con una constatación: no se trata de volver a una tierra perdida y ahora recuperada, o al encuentro con un lugar abandonado forzadamente que nos estaba esperando. Se hace patente la irreversibilidad del tiempo pasado, para uno y para los otros, lo propio se puede volver ajeno, lo lejano puede ser, en la añoranza, lo más cercano. No se vuelve a lo propio sin dejar de sentirlo nuevo, desconocido, extraño y al mismo tiempo familiar.

…Cuando se vuelve del exilio y se escucha la expresión “vos no estabas”, ”eso no lo viviste…”  algo ya experimentado en el exilio retorna … Siempre te perdiste algo o no estabas en el momento, te exiliaste de ti misma  y nunca más te sentirás perteneciente “del todo” a nada…

El nombre EXexilio, existencia, que se encadena con fuera de lugar, salir fuera, entre-dos, condensa muchas cosas, conmueve fijezas, disuelve ataduras imaginarias, toca rasgos identificatorios. Descartado el regreso como la recuperación de una unidad que dejaría atrás ese estar “partido por la mitad,” igualmente se sostiene la pregunta de cuál ha sido el destino de esa obligada- obligatoria pérdida. ¿Se produjo algo nuevo con aquello que se debió abandonar? o ¿se repite hasta la saciedad la misma impotencia de recuperar lo que fue perdido?

Ese fuera de lugar, esa extranjeridad que no te abandonará más, que podría ser vivida  exclusivamente como  un malestar angustioso, también puede permitir  una mirada que amplifica tu horizonte  y una oreja que escucha algo nuevo en eso que suena al unísono  en una sintonía familiarmente extraña.

…En el sendero de las huellas, en el dato hallado, en ese pequeño detalle de una frase dicha: una puntada. Un borde se junta con el otro e hilvana la siguiente. El nudo tropieza con la tela…. ¡Ay!… se descose. Otra vez, otra puntada o un hilván. Así, un tramo. Otra frase y un alivio…

La costura, el hilván une bordes, encuentra nudos, zurce agujeros  pero siempre deja un resto que no lo abarca ni alcanza ninguna explicación pero que ha funcionado como el motor de un acto, el del regreso, que dando vueltas todo y poniendo tu vida al revés  responde, incluso imprevisiblemente, a un deseo en parte indescifrable.

                                                                                        Graciela Strada

                                                                               Buenos Aires, Abril de 2022

Este texto fue hilvanado y cosido entre-dos, la escucha generosa y la lectura atenta de mi amiga y colega Cristina Fontana, ahora lejos pero siempre cerca, lo tornaron posible.

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