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Jornadas de entre-dichos sobre la presentación de enfermos de Lacan: M.J de la viña

EL EFECTO DE EMPUJE-A-LA-MUJER

Mª José de la Viña

Entre-Dichos

Cómo surgió este trabajo:

Trabajando las transcripciones que nos han llegado de las presentaciones de enfermos, de Lacan[1] me surgió un hilo conductor que iba de la así llamada “Una psicosis lacaniana” a la de “Un caso de travestismo y transexualismo” y ese hilo era la cuestión de la transexualidad.

Una serie de preguntas:

–   ¿A partir de qué conceptualizar la transexualidad.?

–   ¿Hay  algo en común entre la psicosis y la transexualidad, o se trataría de una perversión en el segundo caso?

– ¿Cómo encontrar un concepto común que nos permita medir las similitudes y las diferencias entre ambos, más allá de la patoplastia, de la apariencia de los síntomas?

–  Aquí vemos dos pacientes varones, pero ¿qué pasa con los llamados hombres trans? ¿Lo que encontremos aquí nos puede servir también para pensar en ellos?

En los dos casos que fueron presentados por Lacan en Sainte-Anne, aparece una posición abiertamente transexual, pero con diferencias entre ambos, que Lacan explora:

En el primero queda claro el desencadenamiento de una psicosis con síntomas floridos y entre ellos este del cambio a la posición transexual.

Tras la aparición, entre otros varios, de un fenómeno elemental concreto, la sensación de que su pene se estaba retrayendo, empequeñeciéndose. Esta impresión alucinatoria, acompañada de angustia importante, fue seguida, como refiere el paciente entre sonrisas, de una exploración por su parte del camino hacia la mujer: se maquilla, se viste de mujer, siente como mujer…  una forma de hacerse con ese fenómeno elemental, que resultó capaz de calmar esa angustia.

En el segundo caso no parece que haya habido desencadenamiento alguno de una psicosis, no aparecen fenómenos elementales, no hay indicios clínicos de que se trate de una psicosis. Sin embargo, es muy llamativa esa convicción inquebrantable, quizá no tanto de ser mujer, como de haber nacido en un cuerpo equivocado

En este paciente la convicción de ser mujer aparece desde la infancia. Hay una relación especial con la ropa, la envoltura, y un importante malestar psíquico debido a la diferencia entre cómo se siente ser y cómo sabe que es (en cuanto a su aspecto físico), que le impide vivir y le ha llevado al consumo de tóxicos y a realizar un intento de suicidio

Tras la lectura del primer caso se me presentó rápidamente el recuerdo del presidente Schreber y de lo que Lacan denomina “el transexualismo de Schreber, a diferencia de Freud, que siempre habló de defensa contra la homosexualidad inconsciente para explicar la génesis del delirio.

Recordemos brevemente la situación de Schreber

En un estadio muy avanzado ya del delirio, el presidente Schreber se complace en contemplarse en el espejo “adornado de femeninas preseas” y aceptando la obligación de dedicarse al cultivo de la voluptuosidad femenina a instancias de Dios. Dice en sus Memorias[2]: “sin gran desgaste de imaginación puedo procurarme un bienestar que dé una clara presciencia de lo que puede ser el goce femenino durante el coito[3].”

 Media un gran recorrido entre la protesta varonil inicial ante la frase que se le impuso en duermevela al comienzo de su enfermedad, de “¡qué hermoso sería ser una mujer en el momento del coito!”  y esta aceptación de la posición femenina, de la “eviración” como él mismo lo denomina, que aparece al final, acorde ya para él con el orden del universo; una transformación que llegará a su término en un futuro siempre por llegar.

Tanto para Freud como para Lacan, el delirio hay que entenderlo como un proceso de curación tras el desencadenamiento de la psicosis, reconstrucción, para Freud, suplencia del Nombre-del-Padre, cuarto nudo o sinthome para Lacan (en distintos momentos de su enseñanza, y sin que esto quiera decir que se trate de conceptos idénticos entre sí.)

Lacan y la psicosis: del Nombre del Padre a la metáfora paterna.

En “De una cuestión preliminar[4]…” vemos que Lacan, tras haber teorizado el Nombre del Padre en el seminario de “Las psicosis[5]”  pasa aquí a ponerlo en juego con el desarrollo de la metáfora paterna. La forclusión del Nombre-del-Padre sería la condición necesaria para el desencadenamiento de una psicosis, unida al encuentro con Un-padre[6], es decir, a una situación que implicase para el sujeto, en la realidad, el requerimiento de ese significante.

Hasta aquí, hemos hablado del desencadenamiento de la psicosis, pero para lo relativo a ese camino hacia la mujer, necesitamos precisar algo más.

Las ecuaciones de la sexuación.

Casi 15 años más tarde, en el seminario Encore[7], Lacan aborda el proceso de sexuación del ser humano. Ya Freud había planteado que la anatomía no es el destino, que la sexualidad se construye y que la bisexualidad es inherente a cualquier persona. Lacan intenta alejar más aún las identificaciones sexuales de una pretendida determinación anatómica y plantea las ecuaciones de la sexuación.

En un cuadro separa un “lado hombre” y un “lado mujer, especificando mediante fórmulas las condiciones que cumple todo ser humano que se inscriba en uno u otro lado:


[1] Lacan J., 8 presentaciones de enfermos en Sainte-Anne, Coordinado por Pilar Dasi. Editado por la Junta Directiva de la Federación de Foros del Campo Lacaniano.

[2] Schreber, P., Memorias de un neurópata. Legado de un enfermo de los nervios; Argot S.A.; Barcelona; 1985.

[3] Ibidem.; pág. 276.

[4] Lacan J.; “De una cuestión preliminar para todo tratamiento posible de la psicosis”; en Escritos 2, Siglo XXI editores, México, 1981

[5] Lacan J.; Las Psicosis 1955-56, El Seminario, libro 3; Ed. Paidós, Barcelona, 1984

[6] Lacan, J.; “De una cuestión preliminar…” Op. cit.; pág. 262.  “Para que se desencadene, es necesario que el Nombre-del-Padre verwofen, forcluido, es decir, sin haber llegado nunca al lugar del Otro, sea llamado allí en oposición simbólica al sujeto.”

“Búsquese en el comienzo de la psicosis esta coyuntura dramática”, añade, que (…) se encontrará más fácilmente si se guía uno por las “situaciones” en el sentido novelesco de este término.”

[7] Lacan, J.; Aún; El Seminario 1972-73; sesión del 13 de marzo de 1973; Ed. Paidós; Barcelona, 1981; pág. 95.

El lado hombre:

  • cuantor[1] existencial de la excepción. Existe un x que no es    Ф de x.
  • x. Фx cuantor universal fálico. Para todo x, Ф de x.

El lado mujer:

  • , cuantor existencial negado. No existe un x que no sea Ф de x. Es la negación de la excepción
  • Vx . Фx cuantor universal fálico negado. Para no toda x, Ф de x.

Cualquier ser hablante puede inscribirse en uno o en otro lado, independientemente de su anatomía. Cada posición implica un modo de goce y una identificación en relación con la función fálica, tener el falo o serlo, pero para realizar esta elección se precisa la realización de la metáfora paterna. Es necesario que la función fálica se haya efectuado.  Del lado hombre, todos estarían en el goce fálico, forman conjunto; pero del lado mujer aparece un goce suplementario, al estar ella no toda en el goce fálico, habría, según Lacan, un goce suplementario.

En el artículo “La significación del falo,[2]” de 1958, Lacan había hablado de las cinco funciones de este significante, que permiten a un sujeto situarse como hombre o como mujer y localizar el goce en el cuerpo.

A la luz de esto podemos preguntarnos qué pasa entonces en las psicosis. En “De una cuestión preliminar…[3]”  Lacan dice al respecto de Schreber: “a falta de poder ser el falo que le falta a la madre, le queda la solución de ser la mujer que falta a los hombres”. Además, el goce se infinitiza y carece de una localización precisa.

El efecto de empuje-a-la-mujer

En 1973, Lacan retomará la cuestión de la sexuación, en la conferencia L’étourdit[4], publicada en el nº 4 de Scilicet, mencionando allí por primera y única vez l’effet de pousse-à-la-femme, el efecto de empuje-a-la-mujer. La frase donde aparece es la siguiente:

“Yo podría aquí, para desarrollar la inscripción que hice de la psicosis de Schreber mediante una función hiperbólica, demostrar ahí en lo que hay de sardónico el efecto de empuje-a-la-mujer, que se especifica por el primer cuantor:  habiendo precisado bien que, por la irrupción, como sin motivo, de Un padre, se precipita aquí el efecto, sentido como forzamiento, al campo de un Otro, a pensarse como lo más ajeno, en cualquier sentido.”

Es una frase bastante oscura, así que habrá que verla más de cerca:

… para desarrollar la inscripción que hice de la psicosis de Schreber mediante una función hiperbólica. Es una referencia a “De una cuestión preliminar…[5]” se trata de una hipérbola (esquema I) que sustituye al esquema R en las psicosis, que plantea para dar cuenta de lo que ocurre en la psicosis tras el desencadenamiento.


[1] Lacan utiliza la palabra quanteur que, como explica en …ou pire (sesión del 15 de diciembre de 1971) prefiere al nombre de quantificateur “como son generalmente llamados (…) para que Uds. sepan que esto no tiene nada que ver con la cantidad, lo que es evidente.” Así pues, utilizaremos en español, en lugar de “cuantificador” el término, también menos usual, de “cuantor.”

[2] Lacan, J,; “La significación del falo”, en Escritos 2, Siglo XXI editores, México , 1984; pág. 665.

Las cinco funciones serían: Dar una significación de la posición sexual como hombre o mujer, dar una significación de qué se es en cuanto padre o madre, dar una significación de la función a cumplir frente al partenaire sexual, dar una significación de qué se es en tanto vivo o muerto y, por último, organizar las significaciones con una referencia sexual, significar el goce fálicamente.

[3] Lacan, J. ; « De una cuestión preliminar…” Op. cit.; pág 251

[4] Lacan, J.; “L’étourdit”; Scilicet nº 4 ; Ed. duSeuil ; Paris ; 1973 ; pág. 22. « Je pourrais ici, à développer l’inscription que j’ai faite par une fonction hyperbolique, de la psychose d’Schreber, y démontrer dans ce qu’il y a de sardonique l’effet de pousse-à-la-femme que se spécifie du premier quanteur : ayant bien précisé que c’est de l’irruption d’Un-père comme sans raison, que se précipite ici l’effet ressenti comme de forçage, au champ d’un Autre à se penser comme à tout sens le plus étranger. »

[5] Lacan, J. ; « De una cuestión preliminar…” Op- cit.; pág.256.

En lugar del cuadrado del esquema R, para el esquema I representa una hipérbola cuyos brazos tienden indefectiblemente a separarse. Alrededor de la franja R que vemos en esquema R, y que Lacan denomina “el campo de la realidad”, aparecen en el I dos agujeros:  Фo en el campo de lo imaginario, y Po, en el de lo simbólico.

demostrar ahí en lo que hay de sardónico. Sardónico es lo relativo a la sardonia, planta tóxica de Cerdeña, que produce, en los intoxicados, una contractura de los músculos faciales a modo de risa. Es uno de los síntomas del tétanos y de varias intoxicaciones, y, en sentido más amplio, se aplica a la” risa afectada y que no nace de alegría interior.[1]

en lo que hay de sardónico en el efecto de empuje-a-la-mujer, que se especifica por el primer cuantor. Aquí hay discrepancias para saber a cuál de ellos se refiere, si al lugar de excepción en el lado hombre:  Ǝх.Ф̅х̅, que, recordemos, es el que no se verifica en las psicosis, o si al primero del lado mujer, el de la no existencia de la excepción. En cualquier caso, al no verificarse la excepción del padre, surge el efecto de empuje-a-la-mujer en forma de una apariencia forzada, que se especificaría entonces por Ǝ̅х̅.Ф̅х̅, el cuantor de la negación de la excepción, si es que ese “especificar” se refiere a una escritura.

por la irrupción, como sin motivo, de Un-padre, se precipita aquí el efecto, sentido como forzamiento, al campo de un Otro, a pensarse como lo más ajeno, en cualquier sentido.”  El efecto de empuje-a-la-mujer aparecería, pues, tras el desencadenamiento de la psicosis, desencadenamiento causado, como ya hemos visto, por el encuentro con Un-padre, en alguien en que el Nombre-del-Padre está forcluido; encuentro que, al poner  de manifiesto la falta del significante, acarrea toda una serie de consecuencias expuestas en el esquema I, entre ellas este empuje-a-la-mujer, que aparecería como un forzamiento, al campo de un Otro, a pensarse como lo más ajeno, en cualquier sentido.

Habría que pensar que lo más ajeno, en este caso, no puede referirse más que a la inscripción en el otro lado, en el lado mujer.

El empuje-a-la-mujer como forzamiento a inscribir una posición no fálica del lado mujer, tras el desencadenamiento de una psicosis.

Para inscribirse en uno u otro lado de las fórmulas de la sexuación aparece el requisito de la efectuación de la función fálica, sin embargo, dentro de la primera fórmula del lado mujer existe la posibilidad de inscripción de lo no fálico y, por tanto, la de aquellos que, por estructura, se encuentran fuera de la significación fálica. Se trataría, pues, de una necesidad lógica, y su fórmula sería la siguiente: Ǝ̅х̅.Ф̅х̅, fórmula de la negación de la excepción en el lado mujer.

Nos quedaría saber hasta dónde alcanza esta posibilidad de inscripción, y sus consecuencias, aun cuando el propio Lacan[2] nos advierte de tener cuidado y no llevar esto hasta “su potencia de extrema lógica,” no nos vaya a pasar lo que a Laplanche [3]con su trabajo sobre Hölderlin, que resultó fallido según Lacan.

¿Nos puede servir el empuje-a-la-mujer para pensar lo que ocurre en las mujeres trans?

Erik Porge en su artículo Entre tentativa y tentación de curar. A partir del trasexualismo[4], considera la transexualidad como un delirio parcial, y ve la demanda de transformación corporal como “lo que en este delirio corresponde a una tentativa de curación.”

Localiza varios puntos:

  • La importancia de la identidad más que del sexo: “se trata de hacer concordar el parecer al ser.”
  • La transformación física anhelada se debe no a querer llegar a ser hombre o mujer, sino a ratificar lo que ya se es.  Como dice Catherine Millot[5], el sujeto (transexual) es (o está) horsexe (fuera del sexo)
  • Respecto al goce transexual dice que “no es masculino ni femenino” (…) sino que “se define a la luz de un tercer término, el falo (…), pero precisamente en pretender que no sea el falo el que marque la diferencia.”
  • Concluye diciendo que esto nos permite “comprender el transexualismo como un caso de forclusión del falo” y que “es esta misma forclusión del significante la que se traduce en su anhelo de ser operado, en la confusión entre el significante falo y el órgano pene.”

Lacan en …ou pire[6], dice que “Es en tanto que significante que el transexual no lo quiere, y no en tanto que órgano. Su pasión, la del transexual, es la locura de querer liberarse de ese error, el error común que no ve que el significante es el goce y que el falo no es más que lo significado.”

Al estar fuera de la función del falo, el transexual se inscribiría en el mismo lugar que el psicótico, en el lado mujer y en el lugar de la negación de la excepción. Ǝ̅х̅.Ф̅х̅.

En tanto que delirio parcial, efecto de la forclusión del falo, podríamos considerar en la transexualidad la presencia del efecto de empuje-a-la-mujer.

Catherine Millot considera que el empuje-a-la-mujer sería un empuje a realizar la existencia de La mujer. Y Patricio Álvarez, en su artículo “El empuje a la mujer como père-version[7]mantiene la misma línea y dice, refiriéndose a la psicosis: “Es un empuje a inscribir otra excepción, que no es la paterna, que es la de La mujer (…) en una ausencia de goce fálico.” 

Esta inscripción, si logra dar a ese La mujer “función de una nominación” podría conseguir fabricar “un nombre de excepción.”

Podríamos así contemplar una “clínica del empuje a La mujer” ampliada “si consideramos el concepto de excepción como una père-version.” Tendríamos entonces una forma de “un delirio localizado en el Otro”, otra, de “un delirio localizado en el cuerpo” y una tercera de “las dos cosas”, como Schreber que experimenta un goce transexual en el cuerpo propio que está al servicio de hacer gozar a Dios.”

Se pregunta también Patricio Álvarez si, estando el efecto de empuje-a-la-mujer ligado estructuralmente al desencadenamiento de la psicosis, podría también, en ciertos casos, tener actividad encadenante, es decir, de suplencia, al modo de la metáfora delirante, y de sinthome en cuanto a la transexualidad.

Dice así: “podríamos ubicar la inscripción de la excepción de La mujer en distintos tiempos lógicos:

  • Antes del desencadenamiento, impidiéndolo
  • En el momento de iniciarse el desencadenamiento, logrando una inscripción que permita anudar el fenómeno elemental inicial

Tras el desencadenamiento, anudando lo tres registros

Según él, mientras que el tercer tiempo corresponde a la paranoia, los dos primeros tiempos serían los de la clínica del transexualismo, “la presentación clínica más frecuente del empuje a la mujer localizado en el cuerpo propio.”

Si “la certeza de ser una mujer en cuerpo de hombre, de haber nacido en un cuerpo equivocado es lo que da carácter delirante, que excede a la constatación del cuerpo que les ha caído en suerte”, es difícil pensar en que el primer tiempo que menciona pueda ser visible en la clínica. Cuando se manifiesta la transexualidad es porque ya ha aparecido el fenómeno elemental, aunque haya resultado anudado con toda celeridad.

Respecto a la forma de este anudamiento, Nicolas Guérin[8] plantea una hipótesis muy sugerente al referirse al nudo borromeo generalizado, pero seguir su hipótesis en detalle queda fuera de los márgenes de este trabajo.

¿Qué pasa entonces con los hombres trans?

 Tras estas consideraciones queda pendiente la pregunta sobre los hombres trans, al respecto de quienes no he encontrado gran cosa entre las publicaciones analíticas. Esta invisibilidad puede llevarnos a tomar como mecanismo único en la transexualidad lo que ocurre con las mujeres trans. Hay un cierto riesgo también de caer en la tentación de una supuesta simetría y pensar que, si las mujeres trans buscan la inscripción en el lado mujer, los hombres trans la buscarían en el lado hombre, y otros teorizan con la envidia de pene resorte fundamental en estos casos. Hay también abordajes desde la estructura -podría tratarse de histeria o de perversión y no de psicosis como en el caso de las mujeres trans-, pero en este punto vamos a seguir a Erik Porge cuando dice: “No se trata, para el transexualista, de ser hombre o mujer, sino de ser fuera del falo, fuera del sexo.” 

Aunque la forma de ser/estar fuera del sexo pase, para los hombres trans, por acomodar la imagen corporal a la masculina, hay que pensar que la finalidad perseguida es más bien un intento de borrar las diferencias en cuanto a los caracteres sexuales secundarios, un intento de salir de esa diferencia buscando la apariencia del otro sexo, lo que ha llevado a algunos a  hablar de “empuje al hombre,” pretendiendo hacer un paralelismo con las mujeres trans, pero fundamentalmente, lo que nos puede ayudar a clarificar su posición es que, respecto al goce, solo podrían inscribirse en el lugar de negación de la excepción, del lado mujer, donde el notodo fálico permite ese goce suplementario no fálico de que habla Lacan en Encore.[9]

Conclusiones

En el debate contemporáneo sobre la transexualidad, el psicoanálisis no se puede situar en el discurso social como lo hace la teoría del género, sino que nuestra tarea debe ir más allá.  Sin desdeñar la lucha por los derechos civiles de los transexuales, a nosotros nos compete preguntarnos por un marco teórico sobre cada estructura para, después, en la clínica, escuchar la subjetividad de cada analizante e ir caso por caso para poder pensar sobre su estructuración particular, sin que ello implique patologizar la transexualidad ya que, para nosotros, cada uno es normal en su estructura.

                                                                                   Mayo de 2022


[1] DRAE: risa sardónica, 2ª acepción.

[2] “Pero llevando a su potencia de extrema lógica la función, eso se desviaría. Ya he podido medir el trabajo que la buena voluntad se tomó para aplicarlo a Hölderlin: sin éxito.”

[3] Laplanche, J.; Hölderlin et la question du père.

[4] Porge, E.; «Détours de la transmission», Essaim Nº6, érès, Tolouse, 2000, pp. 89-115. Traducido al español por Elizabeth Núñez González y Javier Jiménez León.

[5] Millot, C.; Exsexo. Un ensayo sobre el transexualismo; Ed. Paradiso; México; 1984.

[6] Lacan, J.; …ou pire; El Seminario, libro XIX; Ed. Paidós, Buenos Aires, 2011. Sesión del 8 de diciembre de 1971.

[7] Álvarez, P.; “Consecuencias de la ultimísima enseñanza. El empuje a la mujer como père-version”; Virtualia, revista online; 31 de enero de 2016

[8] Guérin, N.; La posibilidad de un tercer sexo; en www.entre-dichos.com

[9] Lacan, J.; Aún, El Seminario 20; Ed. Paidós; Barcelona, 1981.

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